martes, 5 de febrero de 2013

Su infancia

María Carlota Amalia Victoria Clementina Leopoldina, princesa de Bélgica, nació en el palacio de Laeken el 7 de junio de 1840, hija del Rey Leopoldo I de Bélgica y de la princesa María Luisa de Orleans. Mujer de gran belleza, inteligencia y enérgica voluntad. Huérfana de madre a los 8 años, su padre la interesó en la política y el gobierno de su país. Tocaba bien el piano, pintaba, cantaba y era aficionada a la equitación. El 27 de julio de 1857 se casó con el archiduque Maximiliano de Habsburgo, viajaron por Europa y residieron en el castillo de Monza, desde donde Maximiliano gobernaba el reino Lombardo-Véneto, a nombre de la corona de Austria. El 21 de abril de 1858 Maximiliano fue relevado del cargo y cambiaron su residencia a su palacio próximo a Trieste, que más tarde nombrarían palacio de Miramar. Entre 1859 y 1860 viajaron por el Mediterraneo y el Atlántico, Carlota permaneció en la isla de Madera mientras Maximiliano visitó Brasil. De esa época hay la convicción de desavenencias conyugales por infidelidades del marido.

Napoleón III, emperador de los franceses tenía la idea de establecer en México un imperio latino para detener el avance anglosajón en América Latina, proyecto que parecía viable con la aparición en Europa de conservadores mexicanos que avalaban esa idea. El 3 de octubre de 1863, esa comisión de conservadores, presidida por José María Gutiérrez Estrada, se presentó en Miramar para ofrecer a Maximiliano la corona de México. El día 10 se efectuó la aceptación solemne de Maximiliano al trono imperial de México.

El 14 de abril de 1864 los archiduques se embarcaron para México. Al llegar a Veracruz, el 28 de mayo, nadie salió a recibirlos, Carlota lloró herida en su orgullo. El 12 de junio entraron en la capital y ese mismo día se celebró la recepción oficial. Los emperadores fijaron su residencia en el castillo de Chapultepec, cuyo panorama le parecía a Carlota superior al de Miramar. Se tiene noticia de que la desavenencia del matrimonio imperial era total. Carlota hizo famosas, por su boato, sus recepciones de los "Lunes de la Emperatriz". Llamaba la atención la corrección con que Carlota manejaba el español, aunque con cierta lentitud. En diciembre de 1865 Carlota hizo un exitoso viaje por Campeche y Yucatán. Las festividades se celebraban con suntuosa solemnidad, sobretodo el 16 de septiembre. El 10 de diciembre de 1865 muere Leopoldo I de Bélgica.

El 8 de diciembre de 1865 llega a México monseñor Francisco Meglia, nuncio del papa Pio IX, con la expresa misión de recuperar los bienes y privilegios del clero. Maximiliano hace propuestas, no obtiene nada, pide a Carlota que hable con el nuncio, lo cual hace el 24 de diciembre, el nuncio no cede en nada. Maximiliano lo amenaza con poner en vigor las leyes de Juárez, el nuncio no cede. Las dificultades políticas en Europa y las protestas de los Estados Unicos ante Napoleón III deciden a este retirar su ejército de México, Carlota decide salir a Europa para convencer a Napoleón III de que mantenga su compromiso de sostener en México al ejército francés hasta que se consolide el Imperio. En su viaje hace una escala en Puebla y la noche del 9 de julio de 1866, se levanta, se viste y hace que la conduzcan a casa de don José María Esteva, prefecto imperial en Puebla, la casa estaba deshabitada, el prefecto estaba en Veracruz, con un mechero de aceite en la mano, Carlota recorre varias habitaciones y sin decir palabra regresa. Primera muestra de desorden mental. El día 13 llegó a Veracruz y aborda de inmediato el buque francés "Emperatriz Eugenia", Carlota protesta por tener izada la bandera francesa y no la imperial mexicana, consigue que levanten su bandera.

El 8 de agosto el buque entró en el puerto de Saint Nazaire. Como al desembarcar no se le rindieron honores de ninguna clase, se indignó y rechazó los vehículos municipales, tomando uno de alquiler para llegar al hotel Bely. El dia 9 llegó a Paris, se le hospedó en el Grand Hotel, se sintió humillada por no estar en las Tullerias, pidió audiencia con Napoleón III, éste se negó, el dia 11 se presentó en Saint Cloud, donde por sorpresa entró al despacho del emperador. La entrevista fue excesivamente violenta, Napoleón III le dijo que no podía mantener su ejército en México, la emperatriz Eugenia le ofreció un vaso de naranjada, Carlota lo rechazó, Eugenia insistió, Carlota dijo: "hay que beber, ¿no es eso?", bebió, murmurando: "¡asesinos!, ¡me habéis envenenado!". Se negó a tomar el almuerzo que le ofrecían y entre convulsiones se desplomó en un sofá. El 23 de agosto va a Miramar, donde celebra con solemnidad la fiesta del 16 de septiembre. El 27 la recibe en el Vaticano el papa Pio IX, no obtuvo nada. Al día siguiente el papa le pagó la visita en el Albergo di Roma. El 29 llena una jarra de agua en la Plaza de la Pillota, va al Vaticano y la recibe el papa cuando principiaba su desayuno, Carlota mete dos dedos de su mano derecha en la tasa de chocolate del papa diciendo: "perdón santo padre, me muero de hambre, hace dos días que no como todo lo que me sirven esta envenenado..." El papa da por terminada la visita, Carlota se niega a abandonar el Vaticano, le arreglan la biblioteca para que pase ahí la noche. De aquí en adelante el mal se agrava, interviene el conde de Flandes, hermano de Carlota, los médicos diagnostican locura definitiva. La instalan en el castillo de Laeken, después en el de Tervueren y finalmente en el de Laeken, donde murió el 19 de enero de 1827. Cuando tuvo momentos de lucidez recordaba a México e interpretaba su himno al piano.

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